miércoles, 6 de julio de 2011

Julio 2011

El día de ayer platicaba con el maestro Francisco Nava acerca de la importancia de trascender el dibujo a ilustración, dejar la simple línea y la imagen de discurso obvio o primero para evocar interpretaciones auténticas, soportadas en un ejercicio sincero de búsqueda, de reflexión.

El procedimiento dice tanto como el resultado y en eso recuerdo mis clases en la Universidad; La selección de un idea entre tantas otras, las razones por las cuales esto ocurre, el saber que ésta responde de mejor manera a lo que quiero decir y la técnica bajo la cual le doy rostro. Hablarán no solo de aquello que me define como ilustrador también dan la profundidad conceptual que tanto requiere una imagen.

Un niño no da la misma lectura que un adolescente, un poeta o un doctor, si se expulsan trazos vacíos se obtienen ecos nulos: ¿Qué esperas que diga una forma gráfica muda? Por el contrario, una buena propuesta engancha: No conozco una persona que no tenga prendada a su mente una imagen que añore, ¡Qué le mueva y le haga recordar!

Al final, eso hacemos, imágenes que, lo menos, corren el riesgo de no satisfacer y pasar inadvertidas en un mundo de por sí muy contaminado visualmente. La literalidad ya abra de dármela el entorno, aunque también sorprende la manera con que éste sale de sus propias marcas. Dentro de las razones dadas procuro no conformarme con la primera idea surgida ni con la voz vaga alguna otra que no termina por aterrizar, me halló consciente de que mi trabajo madura día con día y a su vez (para quién lo toma) siempre debo un poco más, aquel estirón que me inclina a seguir experimentando, buscando respuestas y nuevos tonos bajo la misma voz.

2 comentarios:

  1. Excelente, nada como la frescura de la sencillez y la energía del entusiasmo.

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  2. Y la reflexión continua que nos diga de a poquito como recibir los aires nuevos.

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